domingo, 21 de junio de 2009

El deseo de comenzar-

Espere media hora su llegada, nunca apareció, me senté en el banco de la esquina tratando de tomarlo todo con mas calma, pero ya era mas de cuarenta y cinco minutos de retraso y no podía esperar mas aunque mi corazón me dictara lo contrario.
Me subí al scooter sin casco por enésima vez. Llegando a metro Los Leones me detuve, un parte no es lo que necesito en estos momentos, aparque en una vereda lejana al trafico, observe mi móvil, tres llamadas perdidas de ELLA, y una puntada en el corazón.
Al tercer intento contesto. Su atraso nada tenía que ver con mis pasadas de rollos mentales ni escenas de suicidio que pasaron por mi mente en esos cuarenta y cinco minutos de espera. Quedamos en vernos otro día. Seguí conduciendo por calles aledañas a mi recorrido habitual. Llegando a mi destino. Subí por ultima vez al segundo piso, empaque el resto de mis cosas, unas cuantas fotos, recuerdos de algo que no fue. Ordene su cena como siempre, la nota en el velador una despedida de Glum, me dio a entender que era hora de marcharme. Esperaba un "quedate a mi lado" no hubo nada de eso, no besos, ni despedidas llorosas, quizás era lo mejor, quizás no. Eso nunca lo sabré. El gusto amargo en mi boca, los labios secos y mil latidos de corazón por segundo, indican mi tristeza y mala gana de partir. Cerré la puerta dejando las llaves a dentro. Dios ¿tan angosto y largo era el pasillo? ¿siempre fue así de grande el ascensor? ¿se demora tanto hasta el piso 1?. Un adiós frió como siempre al conserje, su pregunta de que si llegaré tarde no fue oída.
con mi padre esperándome en el auto, cargue las cosas, y él se fue, sin antes decir, que era bueno que usara el casco.

2 comentarios:

  1. conmovedor...
    las partidas siempre son dolorosas aunque a veces no lo parescan,

    saludos!

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  2. Justamente Vico, nunca lo han sido, ni lo seran jams.

    SAludos

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